Almas de acero by María José Tirado

Almas de acero by María José Tirado

autor:María José Tirado [Tirado, María José]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2018-06-04T04:00:00+00:00


23

Enamorarse es fácil

De regreso al hotel, Dominic le relató la conversación mantenida esa misma mañana con el agente Yakumi, así como la intención de este de ayudarles a encontrar las otras propiedades de Konoe en el país.

—No sé cómo puede caber tanta degeneración en un ser humano.

—Esos que son capaces de violar y secuestrar a mujeres y niñas solo para dar rienda suelta a sus más bajos instintos no son seres humanos, son monstruos —sentenció Dominic, sentado en el suelo a los pies de la cama, con el portátil sobre los muslos. Se había desabrochado los dos primeros botones de la camisa blanca cuyo color contrastaba con el envidiable tono tostado de su piel.

—Joe dice que para participar en combates necesito un gimnasio.

—Aún no veo muy clara esa idea…

—Hablaremos con Somchai, nos lo debe. ¿Qué otras alternativas tenemos?

—Que Yakumi o Jana logren enterarse de dónde se encuentra este desgraciado y nos lo digan —dijo entregándole la carpeta que contenía las imágenes que había impreso desde el equipo informático dispuesto para los huéspedes del hotel. Eran las instantáneas de Konoe que poseía la Interpol.

Eve las tomó, se acercó al escritorio y las miró con detenimiento.

—¿Este es? ¿Él es Konoe?

—Sí.

—¡Madre mía! ¡¡Madre mía!! ¡Yo conozco a este tipo! —Dominic le lanzó una mirada de incredulidad que provocó que Eve se incorporara de la silla y caminara hasta él, hasta tomar asiento a su lado con las imágenes entre las manos—. Le conocí la noche que fuimos al club Ruta 66. Cuando salí a tomar el aire me senté fuera a solas y hablé por teléfono con una amiga. Cuando iba a volver al interior, unos chicos tropezaron conmigo y me caí al suelo. Este tipo me ayudó a levantarme, se presentó, me dijo que se llamaba… Masuyo. ¡Claro, joder!, Masuyo Konoe.

—¿Estás segura?

—Segurísima. Estaba más mayor que en estas imágenes, pero no tengo la menor duda de que se trataba de él. Incluso se quejó de que los jóvenes que me habían tirado al suelo no sabían respetar a una mujer. ¡El muy desgraciado! Trató de invitarme a tomar algo, dijo que me había oído decir unas palabras en italiano, que adoraba ese idioma…

—El muy hijo de puta, estaba atento a tu conversación.

—Me preguntó si estaba sola, a lo que le respondí que no, que estaba con unos amigos, también me preguntó si me quedaría mucho tiempo en el país, e incluso hablamos sobre el muay tai. ¿Crees que sabría que soy hermana de Joe?

—¿Cómo iba a saberlo? Te habría secuestrado en ese momento o en los días posteriores para localizarle. Si se interesó en ti es que debiste gustarle, lo cual hace aún más inviable tu plan de buscarle y seducirle compitiendo.

—No quiero seducirle, o quizás sí, si eso implica descubrir dónde las tiene.

—No voy a ponerte en riesgo para recuperar a Charlene. No podría perdonármelo si algo te sucediese.

—Todo va a salir bien —repitió ella, aproximándose a sus labios despacio, besándole con delicadeza, como si una pequeña mariposa se posase sobre su boca.



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